miércoles, 27 de noviembre de 2013

Consecuencias

Ahí estaba yo, con el subidón del momento que acompaña a toda decisión importante, dispuesta a amputar todo aquello que me era conocido. Al fin y al cabo, la infección había llegado al punto en que nada era salvable y "cortar por lo sano" se hacía necesario, casi imperativo.
En mi ingenuidad, pensé que no tropezaría al faltarme aquello que se había convertido en el centro de mi mundo. No estaba maravillosa, como ya señalé, pero sí tenía esa euforia que aparece cuando activas el "modo tirar para delante" y mi consabida armadura vital que siempre me había mantenido a salvo del dolor.
Ahora, tengo lidiar con el equivalente al mal del miembro fantasma, que me recuerda constantemente aquello que he perdido (aunque no fuera bueno). Como quien hecha de menos la pierna que le cortaron a pesar de que no hacerlo le hubiera matado.
Este maldito muñón emocional pica, escuece y duele, e insiste en seguir infectándose, dejándome exhausta. Y la prótesis que elegí yo misma, lejos de valerme, aprieta o sobra, quedándose a ratos demasiado grande y a ratos demasiado pequeña, dificultando la adaptación a mi nueva situación vital. 
Y mi armadura? Ah, mi gran armadura invencible! Esa que ha amortiguado los golpes de mil vidas, esa que ha mantenido a salvo mi fragilidad y ha evitado tantas veces que me rompan los huesos. Esa que hace que todos me consideren una chica "brava", "dura"," irrompible" y, a veces, "insensible" y "borde". Esa que me ha valido mis mayores cumplidos y reproches. La última barrera entre el mundo y mi yo más auténtico. Esa armadura, está medio rota y apenas le queda la máscara, dejando expuestos todos mis puntos débiles. 
Así que, ahora lloro. Lloro, como no lo he hecho en toda mi vida, de forma incontrolada y por la mínima herida. Lloro ríos por todas las veces que no lo hice en el pasado. Sonreír y decir  "estoy bien" (a los demás y a mí misma) ya no es una estrategia de afrontamiento válida, porque mi armadura ya no esta ahí para cubrirme.
No obstante, no me arrepiento de las decisiones que me han llevado hasta aquí, eran las correctas. Y, en parte, el dolor viene de darme cuenta de ello.
Por eso, pienso en mi abuelo, y en cómo siempre me dice "cuando pienses que no puedes más, espera, y verás como siempre se puede".

miércoles, 14 de agosto de 2013

Estoy bien

"Estoy bien", es una de esas frases que, dichas frecuentemente, acaban por perder su sentido. Pero es que a veces no hay muchas más respuestas para la incesante pregunta "¿estás bien?", sobre todo cuando, en realidad, todos esperan que no lo estés (porque no deberías estarlo). Y, por eso, es una frase que repito una y otra vez últimamente mientras mis amigos ponen los ojos en blanco, completamente incrédulos.

No obstante, y lo diré únicamente una vez más, sí estoy bien. Ojo, no estoy estupenda, pletórica o maravillosamente, pero estoy aceptablemente bien. Está bien levantarme cada mañana sin más cuentas que rendir que las que me rindo a mí misma. Está bien volver a pensar en primera persona y recuperar el posesivo "mi". Está bien preocuparme únicamente por lo que yo quiero hacer y que las consecuencias de dichas decisiones me afecten sólo a mí. Está bien la sensación de libertad que me invade cada mañana. Está bien poder flirtear y sentirme capaz de desear de nuevo. Está bien tener nuevos retos y sentir que todo depende de mí y de lo que yo haga. Está bien poder escribir hasta altas horas de la noche. Está bien no tener que esperar más por nadie. Está bien marcar mi propio ritmo de vida. Está bien ser un poco egoísta y egocéntrica sin sentirme culpable. Está bien descubrir quién está realmente de mi lado y se preocupa por mí. Está bien sorprenderme porque hay personas en mi vida que, aunque no me lo esperaba en absoluto, han estado apoyándome y preocupándose por mí. Está bien salir y entrar cuando quiero. Está bien no tener más límite que el que yo misma me impongo. Está bien sentirme valiente. Está bien saber que soy capaz de afrontar cualquier cosa por mí misma. Está bien descubrir que no soy acomodada, que prefiero romper con todo lo que me es conocido a quedarme porque es lo más fácil. ¡Tantas cosas que están bien!

Sin embargo, no estoy estupenda, pletórica, ni maravillosamente... Porque tengo una sensación de vértigo en el estómago un segundo después de despertarme por la mañana y sentir esa libertad. Porque me da pánico haberme equivocado. Porque he perdido a mi perro, que es lo que más quiero en este mundo, y todavía no he aprendido a vivir con ello. Porque, en la distancia, no pasa un día que no me pregunte cómo estará. Porque me echo a llorar en el coche, sin previo aviso. Porque se me revuelve el alma cada vez que veo una foto nuestra. Porque tengo la horrible sensación de que jamás nadie me querrá así, ni estará dispuesto a darme tanto. Porque echo de menos dormirme mientras alguien me toca el pelo. Porque no volveré a probar tus platos. Porque personas que creía que eran amigos míos me han dado la espalda y fingen no verme si me los encuentro. Porque mi ropa está en bolsas y no tengo ni una cama propia. Porque cuando pienso en cómo he hecho las cosas, me odio a mí misma. Porque una cosa es no amarte y otra no quererte.

Así que, como se puede ver, lo comido por lo servido: "estoy bien"

martes, 25 de junio de 2013

Harta de soñar

Vale, todos tenemos sueños. Y no me refiero a metas y aspiraciones, sino a sueños en el sentido más onírico de la palabra. La mayoría de las veces, cuando nos despertamos por la mañana, no recordamos prácticamente nada de lo que hemos soñado durante la noche o, si recordamos algo, son retazos inconexos que no ocupan nuestra mente más allá de 5 minutos mientras nos lavamos los dientes a primera hora de la mañana (exceptuando pesadillas y sueños eróticos varios).
Sin embargo, en los últimos días, mis sueños se han descontrolado de tal forma y manera que cuando me despierto estoy tan agotada como cuando me acosté la noche anterior. Estoy tan cansada que estoy haciendo lo que no he hecho en toda mi existencia: dormir siesta. Y no una siesta de 15 minutos, como hace la gente normal con tiempo, sino siestas de pijama y orinal que me hacen sentir como si tirara la tarde a la basura.
No me importaría tanto si estos sueños tan asombrosamente vívidos tuvieran algún tipo de sentido para mí o siguieran una línea argumental aunque fuera mínimamente coherente (mucho pedir, lo sé). Pero no, son un batiburrillo de personas que no he visto ni en las que he pensado en mucho tiempo, personas de mi vida diaria, reacciones emocionales exageradas a eventos ridículos (y a la inversa), el chico de los ojos verdes (que, en realidad, es un habitual de mi vida nocturna), contextos basados en las series/realities que haya visto en el día mezclados con lugares familiares y conversaciones con dichos personajes carentes de todo sentido.  Todo absolutamente bizarro.
Me resulta realmente ofensivo que, con lo clara y directa que soy, mi subconsciente esté dando tantos rodeos para hacerme ver lo que sea que se me esté pasando por alto (o esté activamente ignorando). Y eso que, en general, se me suele dar bien relacionar el contenido de mis sueños con mi estado psicológico y emocional. No obstante, en este caso, no tengo ni idea de por dónde cogerlos. Supongo que sería más fácil si fueran de estos sueños que, como en las películas, se repiten una y otra vez hasta que el protagonista capta el mensaje y tiene una epifanía, pero no. Me imagino a mi  subconsciente como cuando se juega a las películas (donde la gente tiene que adivinar el título por la interpretación que realiza el otro del mismo), probando distintas formas de emitir el mensaje mientras piensa con frustración "esta chica es tonta, es obvio".
Pues bien, querido subconsciente, quiero mi epifanía y la quiero ya (alto y claro, si es posible), porque no es únicamente que esté exhausta cuando me despierto tras tus intensos, aunque fallidos, intentos de comunicación, sino que dicho cansancio no me permite analizar esas escenas que bien podrían haber ideado Luis Buñuel y Woody Allen colocados con psicotrópicos.
En suma, cuando quieras, ya sabes dónde encontrar a mi consciente, estaremos esperando.

sábado, 15 de junio de 2013

Algo se muere en el alma...

...cuando un amigo se va.
Si bien no de forma literal, la verdad es que es completamente cierto. Algo se apaga y te duele cuando sabes que vas a perder a alguien por razones ajenas a la propia relación, en este caso concreto por la distancia. 
No obstante, y a pesar de la tristeza, me quedo con lo buenos momentos vividos con esta persona y los atesoro para asegurarme de no perder ninguno dentro de mi olvidadizo cerebro. Me quedo con que fue la primera persona con la que hablé el primer día del máster (y la sensación de confianza que me dio), con su "Hele, mi bella", con nuestra forma de buscarnos allá donde fuésemos para cuidarnos mutuamente, con la forma en que nos hemos apoyado la una en la otra, con las largas conversaciones en nuestro rincón con dos copas de vino, con los cotilleos, con su forma de escucharme divagar durante horas sin perder la sonrisa (qué paciencia), con nuestra unión para desterrar a "la turbia", con el día estupendo en el parque de atracciones... Con todo.
Me siento tremendamente agradecida por haberla conocido y únicamente espero que nuestros caminos se vuelvan a encontrar pronto. 
Ay, Jime, cómo voy a echarte de menos...

domingo, 26 de mayo de 2013

Tu lengua...

Tu lengua
baila música lenta,
juega a matar 
el tiempo muerto 
y desabrocha 
estrellas. Duerme
en la almohada 
en que yo duermo; 
se asoma inquieta 
entre tus labios. 
Húmeda piel, 
roza mi piel. 
Anfibia imagen 
de mi deseo. 

Tu lengua tiene 
los ojos puestos 
sobre mi lengua.

martes, 30 de abril de 2013

Cartas bomba

Ayer volvió a llegar otra carta tuya, un nuevo ataque a mi determinación. Realmente, ¡qué fácil sería para mí mantenerte fuera...! Si tú no insistieras una y otra vez en querer estar dentro. Y es que, si hay algo que nunca te gustó es darte por vencida, de hecho, "inasequible al desaliento" es lo que surge cuando pienso en ti. Sería estupendo si tanto esfuerzo se debiera a un interés y/o cariño especial por mi persona, pero lo cierto es que ambas sabemos que únicamente se debe a que eres incapaz de aceptar que nadie quiera exiliarte de su vida. Eres como una plaga, cuando ya has fumigado y exterminado y crees que has acabado con ella, te encuentras con que quedan larvas que crecen y se multiplican, y vuelves a estar infestada. Estoy cansada, pero no vencida no te confundas. Como decía, estoy cansada de la misma escena, tan repetitiva que casi es un ritual mensual. "Tienes una carta", me dicen mis abuelos (ojo al detalle de que ya ni dicen tu nombre, pesada). La abro y ahí está, esa familiar caligrafía que hace de la H de mi nombre todo un espectáculo, escrita sobre una postal con una foto de un paisaje siempre verde. Para no variar, tardo menos de un minuto en leer las banalidades que me escribes, al menos ya no suplicas y eso supone cierto alivio. Banalidades que sé, que están perfectamente escogidas y ordenadas (desde mi nombre hasta tu firma) para generar el mayor sentimiento de culpa posible. Mientras, mis abuelos me observan. "Tírala", le digo a mi abuela mientras me preparo a escuchar lo mismo de cada vez (que por supuesto forma parte de tu plan para conseguir que te hable por cualquier medio). "No seas así, no seas tan fría... Yo no te he criado para que tengas mal corazón. Pobrecita, escríbela aunque sea un par de líneas...", eso es lo que tengo que escuchar por ti. Y contengo mi ira, porque tengo muy claro que no la estaría descargando donde debo, porque sé que mi abuela materna es incapaz de comprenderlo, porque ella tiene mejor corazón. Al menos se oye a mi abuelo de fondo "deja a la niña, que sus razones tendrá", y lo dice convencido porque a él nunca le gustaste. Pero si esto fuera lo peor, la verdad es que me daría igual tu tediosa insistencia. Lo peor es que recuerdo. Recuerdo las 5 horas del té (que me encantaban), los lentos despertares, las meriendas de domingo, la palabra "sticky", las vacaciones en Galicia, las horas jugando "snap" y "happy families", tu forma de decir "nataral" en vez de "natural"... Pero también recuerdo estar 7 días con una mano medio rota porque "no era nada", tu forma de llamarme cínica, el día que me llamaste "bastarda", tus constantes críticas a mis notas o mi pelo o mi cuerpo o mi pronunciación en inglés o a lo que leía o a que no practicara deporte, tu manía de compararme con todos (y que saliera siempre perdiendo), los constantes chantajes para conseguir de mí cuanto quisieras, la llamadas a mis yayos para manipularlos en mi contra... Deja de bombardearme inútilmente, porque lo recuerdo todo querida abuela.

jueves, 18 de abril de 2013

Calma

Por fin, había conseguido ser como un pequeño estanque. Todo era absolutamente sereno en la superficie, lo cual era un reflejo de su tranquila y pacífica vida interior. Ni una perturbación en sus aguas, ni nada que las enturbiase. Por fin, la calma, un estado de aburrida felicidad donde sumirse y, simplemente, flotar. Y, de repente, una pequeña piedra que cae y provoca ondas concéntricas que se van expandiendo, agitando toda la superficie a su paso. Y, de repente, esas pequeñas ondas van creando un pequeño oleaje que revuelve el interior, que hace que la tierra del fondo (por tanto tiempo asentada) se rebele embarrándolo todo. Y, de repente, ya no existe la calma en su estanque, sino que todo se va revolviendo cada vez más. Y, como está en su naturaleza, lo odia. Y, como está en su naturaleza, le encanta.

miércoles, 10 de abril de 2013

Si es cuestión de confesar...

...Tiendo a prejuzgar a todo el que conozco ...Me gusta el reggaeton, mucho, y no sólo para bailarlo sino para escucharlo también ...De entre las mil colonias y perfumes que tengo, hay una que para mí significa que pretendo practicar sexo (se llama Alien) porque a eso huele precisamente. ...Tengo una vergonzosa laguna de conocimiento en historia, geografía y matemáticas (nunca me han interesado así que las excluí de mi cerebro) ...Nunca me ducho los domingos, ni cuando estoy enferma. ...No soporto que las cosas no se hagan a mi manera (la correcta, obvio), aunque poco a poco me vaya acostumbrando. ...A día de hoy sigo siendo incapaz de dormir a oscuras sola. ...La mayor parte de las veces prefiero un perro a una persona. ...Vivo con el miedo constante de que me llamen para decirme que mi abuelo ha muerto porque sé que será la pérdida más devastadora que jamás haya sufrido (y he sufrido unas cuantas) ...No quiero que mi padre sepa qué es de mi vida, quiero que quiera saberlo. ...Mi vida tiene banda sonora y cada persona de mi vida tiene, al menos, una canción relacionada. ...Me peso todos los días ...La canción "Chasing cars" siempre me hace llorar. ...Adoro hacer repostería, aunque últimamente no practico mucho porque luego me lo como todo. ...Tengo debilidad por el chocolate blanco con avellanas de Ritter Sport y siempre tengo una tableta en la nevera. ...Me cuesta muchísimo, por no decir que me es casi imposible, no tomar la iniciativa cuando me gusta/quiero algo/alguien. ...Siempre que tengo un mal día tengo el impulso de comerme una hamburguesa bien grande. ...Me fastidia horrores que me comparen con mi madre, porque siempre pierdo (conste que ella se pasa el día diciéndome lo maravillosa que soy). ...No soporta la gente que no es práctica y se complica en pequeños detalles ...A veces echo de menos ser soltera (no muchas veces) ...Soy una conductora colérica (pero gente, en serio, aprended a conducir o apartaos de mi camino) ...Soy más materialista que idealista ...Adoro hacer reír a la gente ...Soy obsesiva con la música, cuando una canción me gusta la escucho una y otra vez hasta que la quemo. ...Odio cómo me ruborizo por cualquier cosa, incluso por cosas que ni siquiera me dan vergüenza (mi cuerpo a su bola, como siempre) ...A pesar de que mi cara es muy mona, creo que mi mejor rasgo es mi espalda y la curva que hace desde mi nuca hasta el final de mi culo (aunque ningún hombre se ha fijado jamás en ello) ...Al contrario que todas las mujeres que conozco, no me desagrada que me silben por la calle ni que me griten algún piropo (incluso si es obsceno) ...Sí, veo porno y me encanta ...La gente incompetente y la gente más lenta que yo (así, en general) me saca de quicio ...Cuando la gente habla despacio no puedo evitar acabar sus frases y hacer un movimiento con la mano que indica que aceleren, y siempre me siento mal por hacerlo. ...No puedo evitar corregir mentalmente a todo el mundo. Al menos ahora es mentalmente, porque antes me salía como un tic y me pasaba el día cabreando a la gente. ...En general, confieso que no soy perfecta, pero lo cierto es que tampoco lo intento

miércoles, 13 de marzo de 2013

Ejercicio

A mí lo del ejercicio y hacer deporte no me ha gustado jamás, sobre todo porque siempre se me ha dado de pena y una le va cogiendo asco a aquello que se le da mal. Además de que se me de fatal, tiene componentes asociados del tipo "me elegían siempre la última en el cole para los deportes" que consiguen que mi concepto y expectativas respecto al ejercicio físico no hayan mejorado mucho con los años. Yo era más de las que se quedan leyendo en el patio en vez de jugar al pilla-pilla con los demás, no porque no quisiera jugar con los otros niños, sino porque no era capaz de pillar a nadie. A lo mejor estáis imaginando a una niña gordita (como suele ser), pero el caso es que no lo era, el problema es (como dice mi madre) que he salido a mi rama paterna de la familia que, además de unos bonitos ojos azules, me han regalado una tendencia natural a ser patosa y una capacidad física más bien inexistente. Por suerte, llegó la adolescencia y la clase de gimnasia dejó de ser una tortura absoluta ya que separaron chicos de chicas, y la mayoría de las chicas empezaron a fumar (disminuyendo drásticamente su interés por el deporte), lo que a mí me vino de perlas porque me servían de camuflaje con frases del tipo "ugh, otra vez gimnasia, yo paso, ¿nos vamos tras las gradas a fumarnos un cigarro?". Yo pensaba "Sí, GRACIAS" No obstante, mis nuevos hábitos de vida basados en cuidarme, exigían que hiciese algo de ejercicio(más allá de pasear al perro). Así que, con el regalo de Navidad de la familia, pagué 6 meses de gimnasio (en un alarde de optimismo y confianza en mí misma) y... Ha resultado que hasta me gusta. Lo cierto, es que el problema del ejercicio es que es el secreto a voces mejor guardado. Para aquellos que desde siempre lo han practicado, son evidentes los beneficios que proporciona. Pero aquí viene la cuestión, para los que nunca han hecho ejercicio, llegar a la parte de los beneficios es un salto de fe casi tan grande como ir a la iglesia (pero peor porque ir a la iglesia no duele). Los novatos entramos en un mundo (el gimnasio) donde el 85% de las personas están tan en forma (y no exagero nada)que podrían ser modelos de promoción del centro, es decir, que ya desde que pones un pie ahí te sientes como fuera de lugar, como pez en el monte. Además del hecho de que estas personas ya no sudan, no sé si es que sus glándulas sudoríparas se atrofiaron hace ya mucho de tanto usarlas, pero pueden estar ahí horas y, como mucho, les cae una atractiva gotita por la espalda (en plan sexy). El punto clave, sin embargo, lo que hace que la gente huya en dirección contraria del ejercicio, es el dolor que causa. Duele mucho y duele todo, durante días te duelen partes del cuerpo que no creías usar y tu vida cotidiana se convierte en una tortura. Yo todavía recuerdo el dolor de los abductores (los músculos que te permiten abrir y cerrar las piernas) cada vez que quería darme la vuelta en la cama (resulta que también se usan para eso) que hizo me despertara cada hora y media durante 3 noches seguidas. ¿Quién se expone a eso voluntariamente y repite? Hay que estar muy seguro de que merecerá la pena, y puesto que los resultados son todo menos inmediatos (o mínimamente a corto plazo), dudas. Como dudas, preguntas a los dioses del ejercicio (o el tío que está al lado en la elíptica) cuánto tiempo llevan haciendo ejercicio (por hacerte una idea del tiempo que tardarás) y te contesta "toda la vida". Bueno, pues ya llego tarde... A pesar de todo esto, y de haberme caído de la elíptica porque mi coordinación manos-pies es patética, y de sudar, y de estar tan roja que parezco un langostino, y de ir con pelos de loca, y de los dolores y contracturas... A pesar de todo, un día te vas a duchar, te miras en el espejo y descubres pequeños cambios en tu cuerpo, y es indescriptible el placer y el orgullo que eso te provoca. Y entonces lo entiendes todo.

viernes, 8 de marzo de 2013

"La Turbia"

Pues nada oye, que de personas tóxicas está el mundo lleno y yo me las quedo todas, que parece que me gusta o algo. Y no digo más, que luego me lío...

jueves, 7 de marzo de 2013

Mi más mejor amiga

Llevo tiempo queriendo escribir algo sobre mi mejor amiga y aquello que nos une, pero siempre se me ocurría algo distinto o no tenía tiempo o pensaba que quedaría demasiado ñoño. No obstante, si hay alguien sobre el que deba escribir, si hay un tema que merece la pena, es ella y nuestra amistad (y ya estoy siendo ñoña...). ¿Y por qué ahora? Porque, aunque es una presencia constante en mi vida y diariamente me recuerda por qué la quiero, ayer me dio más todavía de lo que se le podía pedir. Así que, querida Marta, aquí van las razones por las que cada día me recuerdas que eres mi mejor amiga (entre otras): - Porque con una fugaz mirada podemos mantener conversaciones sin que nadie se de cuenta, nos echamos a reír y dejamos al resto del mundo pensando "¿qué acaba de pasar?" - Porque siempre es capaz de ver a través de mi sonrisa y darse cuenta de que, en realidad, no estoy bien. - Porque sabe qué cara se me pone cuando pienso o hablo de mi padre. - Porque sabe que aquello de lo que más brutalmente me río, es lo que más me duele. - Porque siempre damos la cara la una por la otra, y siempre nos cubrimos las espaldas. - Porque nos encanta poner caras raras en las fotos y, si salimos guapas, pedimos que se repita la foto a ver si conseguimos salir feas (con toda una teoría al respecto). - Porque mientras el resto de nuestras amigas se ponen a bailar súper sexy, nosotras hacemos bailes extravagantes y nos morimos de la risa. - Porque nos encanta ir a sitios de "postureo" y reírnos de la gente (no en su cara, claro). - Por todas esas veces que nos hemos dicho "a ver, que soy yo, que no me engañas". - Porque es de las pocas personas que se ríe con mi humor negro (y, si no, recuerda el día que peligraba mi viaje a Lisboa por una posible muerte) - Porque es la única que, tras una conversación de grupo en la que he estado muy amable me dice "¡qué mal te cae esa chica!" y cuando le contesto "¿se me ha notado mucho?", me responde "no, pero yo te conozco". - Porque entre nosotras podemos ser "malas personas" y decir todo aquello que pensamos o nos gustaría hacer, y que no le contamos a nadie. - Porque entre nosotras siempre nos decimos la verdad, aunque duela y no queramos oírla, y nunca nos enfadamos por ello. - Porque soporta mi manía de corregir a todo el mundo y mi necesidad de tener siempre razón. - Porque gracias a las siguientes palabras, mi vida dio un giro: "eres una persona muy graciosa, puedes convertir una mierda de historia en un chiste y siempre ves el lado gracioso de las cosas, y eso es genial, pero, ¿qué tal si dejas de usar el humor como armadura y dejas que la gente te conozca de verdad?" Y juro que me casi me dio miedo que me viera tan claramente, pero funcionó. - Porque sabe que mi mala leche es pura pose, que mi tono es tajante y brusco pero rara vez con mala intención... Nunca me malinterpreta como hacen los demás. - Porque le dio igual que fuera la chica extraña con cara de malas pulgas que se sujetaba el pelo con un pincho y se escondía tras un libro en los descansos en primero de carrera (por miedo a que me rechazaran) y tomó el riesgo de acercarse a mí. Gracias por eso. En fin, que hemos crecido y cambiado juntas, y hay mil razones por las que te quiero y te estoy agradecida. Por algo eres "mi más mejor amiga"

martes, 26 de febrero de 2013

Echo de menos...

Echo de menos mi antigua habitación, que era pequeña, pero era únicamente mía. No es que no me guste vivir en pareja y compartirlo todo, pero echo de menos el "mi" delante de las cosas. Ahora es "nuestra casa", "nuestro baño" y, sobre todo, "nuestra habitación". ¿Acaso seré egoísta? Quizá es que una pierde el sentido de independencia sin ese "mi" que indica que posees algo y que es sólo tuyo. Tampoco es que mi antigua habitación fuera gran cosa. Para empezar, estaba ubicada en casa de mis abuelos, cosa que mi abuela siempre me recordaba cuando irrumpía sin llamar en mi cuarto. Pero era mía, igual que todo lo que contenía. Nunca he vuelto a probar una cama tan cómoda como la que era mía, aunque fuera individual, ni he dormido tan bien como con aquellos nórdicos (que elegí yo sola y para mi disfrute). En mi habitación, cabían todos mis libros (los buenos y los no tan buenos), pero ahora la mitad de ellos cogen polvo en un trastero "porque hay que hacer concesiones". Echo de menos también mi mural de fotos, paredes y muebles cubiertos de fotos con todos los momentos y personas de mi vida, al que me quedaba mirando cuando estaba triste, me sentía sola o, simplemente, no podía dormir. Ahora, tengo casa de adulta (y serían 2 vidas a incluir) y un bonito marco digital que, si bien puede contener todos esos recuerdos, no me proporciona la poderosa sensación de conjunto de que todo tiene un sentido. Mi colección de paquetes de tabaco no tiene cabida en este "nuestro hogar", no porque él lo diga, sino porque yo misma me doy cuenta de que fuera de contexto pierden su sentido. Al menos, mi colección de vasos de chupito se salvó de la criba, ahora están encerrados en un expositor con cristal. Y la intimidad... No es que mi pareja esté mucho en casa, de hecho apenas le veo, pero la libertad de estar escribiendo durante una noche de insomnio (que ya no tengo tantas, pero aún así) sin un espectador silencioso, se perdió cuando me mudé. Sí, echo de menos mi habitación, que era mi santuario, mi lugar en el mundo (y únicamente mío). Pero, creo, que lo echo de menos como se extrañan los uniformes de colegio, las vacaciones en el pueblo (con aquella gente que sólo veías en verano), los cotilleos en la puerta del insti, los primeros amores... Lo echo de menos, sí. Pero porque ya pasó.