miércoles, 22 de agosto de 2012

Oh sí! Pobre tú!

Hace un tiempo, en un capítulo de "Cómo conocí a vuestra madre", hablaban de estas personas que se halagan a sí mismos en forma de queja. En aquel momento pensé "nadie hace eso, hay que ser muy idiota"... ... ¡Pero resulta que estamos rodeados de idiotas, mira tú! Esto fue como cuando te señalan el hilillo suelto de la costura del vestido, que desde ese momento ya no ves otra cosa. Desde entonces, por donde voy, oigo comentarios quejumbrosos sobre lo terribles (maravillosas) que son las causas de sus problemas. Estoy segura de que creen que es una forma más discreta y humilde de presumir, pero el caso es que, a mí por lo menos, me molesta el triple. Así que cuando alguna de mis amigas se queja amargamente diciendo "¡es que los hombres no me dejaban en paz, era horrible, no podía ni bailar tranquila!". Yo compongo una sonrisa, asiento, y pienso para mis adentros "¡Oh, sí! ¡Pobre tú, que eres preciosa y los hombres te hacen caso!". O cuando escucho "yo siempre he tenido muchos problemas porque todo el mundo me envidiaba por mi dinero", no puedo parar de pensar "¡Ooooooh si! ¡POBRE TÚ, que tienes tanto dinero como para levantar envidias, debe ser terrible!" Así constantemente, que si "visto tan bien que todos me copian", "soy tan influyente que me siento mal", "tengo demasiada personalidad", etc. Ahora decidme que no habéis puesto los ojos en blanco cada vez que leíais alguno de los ejemplos (que, por cierto, son ciertos por completo). Esta gente, ¿se escucha sí misma? Me requiere un ejercicio tántrico de autocontrol frenar mi lengua para no gritar "¡hay gente con problemas de verdad!" Como yo, por ejemplo, que he terminado la carrera y aun no sé si tendré plaza en la beca de trabajo remunerado con mi media de notable... ... ¡Oh si! ¡Pobre yo, que opto a una beca de trabajo, es terrible!

Felizmente aburrida

Todos los días, mi pareja me pregunta "¿qué has hecho hoy?". Y, desde que empezó el verano, todos los días mi respuesta es la misma "nada". En rigor, he de decir que es cierto: hacer lo que se dice hacer, no hago nada. Si preguntas a la gente qué ha hecho durante el día sus respuestas son, a menudo, muy activas: he tenido una reunión, he hecho informes, he ido a visitar a algún familiar, he ido a comer con amigos, he limpiado, etc. Pero estoy segura de que si preguntase "¿qué has hecho hoy que hayas disfrutado realmente, y fuera por y para ti?", la respuesta de la mayoría sería "nada". Lo cual es tan TRISTE... Es cierto que no hago nada que resulte productivo, pero disfruto de cada minuto del día. La pregunta que siempre viene después es: ¿y no te aburres? (con tonito de sorpresa y cara de compasión) Lo cual me molesta enormemente porque me resulta ridículo que pueda aburrirme de mí misma, es decir, nadie sabe mejor cómo entretenerme. El problema real,la razón por la que no me entienden, es que la gente ha olvidado cómo pasar el tiempo con uno mismo sin aburrirse, no hay más que ver la cantidad de gente incapaz de estar una hora a solas en su casa sin que se le caiga el mundo encima. Yo disfruto como una enana, esa es la verdad. Para empezar, duermo 12 horas diarias lo cual es muy relajante. Tras despertar, hago lo que me apetezca: quizá leer todo el día, o hacerme un maratón de mis series favoritas, o ponerme los cascos con mi música para cantar y bailar por toda la casa, o tumbarme en el sofá a soñar despierta, quedar con una amiga a tomar café, etc. Hago todo lo que me apetece CON LA CALMA. Así que, espero que nadie se compadezca de mí, porque yo me compadezco de aquellos que no pueden aburrirse tanto como yo.

martes, 7 de agosto de 2012

Todo cambia

Es una constante del universo, que todo cambia a cada segundo, a pesar de lo irónico que resulta llamarlo así, "constante", que indica una tendencia a permanecer. Así pues, el cambio es algo constante.
Una constante de la que no somos conscientes, excepto cuando incide de forma directa en nuestro pequeño universo que llamamos "mi vida".
Pues esa constante, el cambio, azota ahora mi pequeño mundo, que tanto adora la estabilidad. Hay personas que viven en el cambio, lo buscan, lo adoran... Otras lo odian, lo evitan, se bloquean. Yo, ni una ni otra, no desprecio las grandes oportunidades y lecciones que traen los cambios, pero desde luego suelo rezar para que no vengan. Tengo la cautela de quien sabe que, a pesar de que "no hay mal que por bien no venga", primero llega lo malo.
Todas las áreas importantes de mi vida han cambiado. Algunas de forma progresiva, otras bruscamente y quedan áreas que continúan inmersas en el cambio.
En cuanto a mis amigas, veo cómo todo se va desmoronando entre ellas, y yo me desvivo por ser el pegamento que las mantenga unidas, al menos hasta que las distancias impuestas por el verano desaparezcan dejando lugar para aclarar malentendidos.
En casa me he convertido en lo que jamás pensé que seria, sobre todo porque no había fregado un plato en mi vida (no digamos un váter): una ama de casa. Y lo que me sorprende mas es que no me horroriza.
Y aquí estoy, esperando. Lo digo porque todas mis frases últimamente parecen empezar por un "espero que..." Estoy en una especie de limbo vital en el que no se cuál es mi rol: ya no soy estudiante universitaria, ni soy una trabajadora y tampoco soy una estudiante de máster (ESPERO que me admitan, sin embargo).
Lo único que sé, es que estoy en un paréntesis, y que sigo esperando que la ola de cambio rompa, finalmente, sobre mi vida y así, adaptarme lo antes posible para volver a la ilusión de la "constancia"