lunes, 26 de abril de 2010

Adolescentes

Últimamente no paro de preguntarme qué está pasando con los adolescentes de hoy en día. Soy consciente de que sueno como una vieja, pero es que es una pregunta que no puedo eludir por más tiempo.
Os cuento la situación que viví el otro día, una de tantas:

- Me subo al autobús. Veo que al final del todo hay un grupo de chicos y chicas de unos 15 años, así que me siento unas filas más adelante (para lo que sirvió...). Antes de nada, os diré que eran chavales normales, no de esos con pinta de gángsters que hay por ahí.
En fin, que me siento tranquilamente con la intención, como siempre, de mirar por la ventana y pensar en mis cosas. Sin embargo, hay tanto ruido que no puedo ni oír mis propios pensamientos, por lo que me concentro en su conversación. Para empezar, hay como 5 conversaciones dándose de forma paralela entre ellos, todas a la vez. Debido a que los adolescentes adolecen de lo que yo llamo "turnos de conversación", (esperar a que la persona que está hablando termine para hablar tú) básicamente se están gritando los unos a los otros sin enterarse de nada. Esto, de por sí, es muy molesto.
Para seguir, todos tienen móvil. Y recalco que todos son adolescente de hoy en día. Por consiguiente, TODOS llevan música puesta en el móvil. Ya me parece una falta de respeto y educación para con los que te rodean escuchar la música sin cascos (cosa que criticaré largo y tendido en otro post porque de verdad que no lo entiendo), pero tener que escuchar (además de sus alaridos) rap, flamenquito, reggaeton y pop a la vez...
Además, iban comiendo pipas. Obviamente las cáscaras iban al suelo pero lo que yo no conocía era el modo aspersor. Al parecer, ya no solo se echan las cáscaras al suelo, sino que además se escupen (sin contar que hay más gente en el autobús a la que puedes dar).
Otra cosa que me llamó la atención, el número de palabrotas por frase. Estoy segura de que estos críos en su casa hablan muy bien y son muy educados (por romper una lanza a su favor y ser optimista...) pero no paro de preguntarme cómo se puede ser tan absolutamente soez. No son solo las palabrotas, son las expresiones. Y que conste que yo soy bastante malhablada, no es fácil que yo me escandalice.
Por último, me doy cuenta de que... ¡Están bebidos! ¡Y son las 5 de la tarde! Yo también bebía a su edad, pero a unas horas más nocturnas. Pero no solo estás bebidos, presumen a voz en grito de estarlo. Lo comentan una y otra vez en alto, no vaya a ser, no sé, que alguien no se haya enterado.

Juro que hubo gente que se bajó antes de su parada con tal de no soportar ni un segundo más a esos niñatos que parecían orangutanes en celo recién escapados del zoo. Juro que yo misma consideré abandonar el autobús, aunque aguanté como una valiente.
No tengo idea de qué es lo que está pasando con esta juventud. Y lo realmente increíble es que esto lo esté diciendo yo, que hace 5 años era una adolescente corriente y moliente. Pero os aseguro que en toda mi adolescencia, jamás me comporté de esa forma. Ni cuando mi sistema hormonal gobernaba mi cerebro; ni cuando mi necesidad de marcarme como ser independiente era tan fuerte como mi necesidad de encajar en mi grupo de iguales y homogeneizarme, de forma que vivía en un dilema constante (como todo adolescente); ni cuando tenía esa paranoia adolescente de que todos los adultos están en mi contra y me tienen manía... Ni con esas, llegué a ser tan insoportable.

lunes, 19 de abril de 2010

A veces...

A veces siento un dolor intenso, desgarrador, en el pecho. Siento una herida abierta que sangra y escuece y arde y que me oprime los pulmones... La siento tan real que me sorprendo cuando miro y no está. Y no puedo hacer nada.
A veces oigo una voz que me grita, que me acribilla con preguntas y más preguntas que no puedo responder, que me acorrala con las imágenes de una verdad que me niego a ver. Y, a veces, cuanto más intento acallarla con más fuerza se rebela. Tanto, que me sorprendo cuando miro a mi alrededor y no hay nadie junto a mi oído. Y no puedo hacer nada.
A veces... A veces, no puedo más que esperar a que pase la tormenta y componer una sonrisa.

martes, 13 de abril de 2010

Conociendo a la familia política

Todos, cuando estamos en una relación estable, tenemos que pasar por el trago de conocer a la familia de la pareja. Esto siempre es incómodo y, a veces, poco agradable pero he descifrado unas pautas a seguir que garantizan el éxito. A saber:
- Sonríe siempre. Probablemente al final te duela la cara pero das una imagen cálida y agradable. Por supuesto hay un límite y si lo pasas quedarás con un pelota, así que cuidado.
- Muéstrate empática con lo que te estén contando, da igual que no te importe o que estés pensando en el color de las paredes, de esta forma das sensación de confianza y familiaridad.
- Cuando te pregunten, habla siempre bien de los otros miembros de la familia que has conocido. Aunque te caigan mal siempre hay un rasgo más o menos bueno que puedes destacar. IMPORTANTE: da igual si te dan pie a que hables mal de otro miembro de la familia (por ejemplo la señora que odia a su cuñada y la critica a sus espaldas) nunca caigas en esa trampa porque te verás envuelto en un lío del que no podrás salir y obtendrás mala reputación en tu futura familia política (siempre serás la que va criticando a la familia a sus espaldas)
- Habla al menos 5 minutos con todo el mundo, si tienes ocasión, así muestras que te importa integrarte.
- Es un coñazo pero gánate a lo que yo llamo "los patriarcas", que son básicamente los familiares directos de tu pareja con más de 60 años (al margen de sus padres).
- Muéstrate adorable con los niños y di siempre los preciosos y dulces que son, si puedes incluso juega un rato con ellos.
- Exceptuando un besito rápido o cogerse de la mano, no des muestras públicas de afecto demasiado efusivas (para eso siempre habrá tiempo en casa) o quedarás como una maleducada y una sobona. Además a "los patriarcas", que son de una generación anterior les parecerá que eres una chica facilona o un aprovechado que se está tirando a su niña (depende del caso).
- Si puedes evitarlo, no te mojes en temas de política o religión.
- Aunque las parejas de los otros miembros de la familia (primos o hermanos) estén sentaditas sin hacer nada, tú ayuda a poner la mesa o hacer la comida o recoger... ¡quedarás como una reina!
- Si te encuentras con la típica que te da una mala contestación o tiene un mal gesto contigo, cuenta hasta 10 antes de saltar con una bordería. Recuerda que no estás en tu terreno y, a no ser que sea algo realmente gordo, es mejor demostrar clase y prudencia y callar que acabar discutiendo (al menos hasta que te hayas hecho tu sitio en la familia y te conozcan mejor).
- No muestres nunca prisa o ganas de irte, aunque las tengas.
- Debes ser muy agradable en la despedida: "me ha encantado conoceros", "espero que nos veamos pronto"...

Y básicamente esto es todo, cumpliendo todas estas pautas tenéis asegurado que en próximas conversaciones familiares se digan cosas como "mira que es maja la novia de____, ¿verdad? Da gusto con ella"

miércoles, 7 de abril de 2010

¿Cómo?

¿Cómo es posible de dos personas que se quieren se hagan tanto daño? ¿Cómo es posible obcecarse tanto en algo que pierdes la perspectiva de todo lo demás? ¿Cómo es posible sentir tantas cosas a la vez y no poder controlarlas? ¿Cómo es posible que se diga a voces cosas que no quieres decir? ¿Cómo es posible silenciar aquello que realmente deseas expresar?¿Cómo es posible que llorar te haga sentir tan aliviado? ¿Cómo es posible que sólo recapacitemos cuando se hace evidente que puedes perder aquello que más amas? ¿Cómo es posible pasar de la locura a la cordura en un instante? ¿Cómo es posible que decir "lo siento" de repente no parezca suficiente?
¿Cómo es posible necesitar tanto, de repente, tu piel junto a la mía?

¿Cómo podemos enmendar nuestros errores?
¿Cómo...?