miércoles, 30 de diciembre de 2009

Expectativas

Ahí estaba yo, en el karaoke de siempre, rodeada de los amigos de mi madre. En ese momento mi madre estaba cantando y, como siempre, se hizo una especie de silencio reverencial. Summertime está hecha para ella, para esa voz tan negra que tiene, tan de jazz o blues. La canción avanza y ella sigue cantando, segura, sin desafinar ni por un instante, con fuerza... Y entonces la música termina. Todos aplauden entusiasmados y la felicitan mientras ella vuelve a nuestra mesa.
Todos sus amigos le dicen lo maravillosa que es, lo bien que canta, la voz tan preciosa que tiene... Y, de repente, por primera vez, me miran. "¿Tú también cantas?" "¿Lo haces tan bien como tu madre?" "Si has heredado aunque solo sea una pequeña parte de su voz has tenido suerte" Y siguen y siguen hasta que les digo que "sí, que yo canto pero mi voz es muy distinta a la de mi madre". Y no les miento, mi voz es delicada y aguda, más cristalina pero menos potente, y yo lo sé.
Por fin, ponen mi canción: Torn. Comienzo a cantar y siento que, esta vez, no tengo miedo ni complejos ni me importa qué dirán. Me crezco.
La canción acaba y vuelvo a la mesa donde se emitirá el veredicto. Uno de ellos me coge la cara con ambas manos y me dice: "Niña, eres digna hija de tu madre".
Y yo pensé: "¡¿QUÉ COÑO...?!

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