viernes, 5 de noviembre de 2010

El león y el cervatillo

Las apariencias engañan, lo sabemos, y aun así nos vemos engañados por ellas.
Ella es taimada, sibilina, paciente... Y parece frágil, vulnerable, dulce y bienintencionada.
Yo soy fuerte, directa, borde, sincera... Y es lo que parezco.
Ella me pica y me pica, socava mi paciencia, busca mi mal carácter, me provoca una y otra vez... Y, de cuando en cuando, yo respondo. Pero, ¿qué pasa cuando alguien, metafóricamente, te da patada tras patada bajo la mesa y tú te levantas y le das un puñetazo? Que automáticamente eres la culpable.
Y yo me preguntaba, ¿cómo puede ser que nadie la vea como realmente es? ¿Cómo la creen a ella antes que a mí? ¿CÓMO?
La respuesta es sencilla: si ves un cervatillo herido junto a un león, ¿qué piensas? Sé bien la respuesta, que el león lo hirió, ¿verdad?
Hay mil alternativas a esa respuesta, pero es la única que se le ocurre a todo el mundo.
Bien, por desgracia, yo soy un león, ¿cómo me defiendo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las apariencias engañan, pero son tan y tan difíciles de revocar...
Pero, tranquila, la verdad siempre triunfa, o eso dice... ;P

Besos.

Kobal dijo...

Comete al cervatillo

Publicar un comentario